La última noche soñé contigo. No había un escenario espectacular y, curiosamente, nada sobrenatural. Una calle sencilla, el escalón de la puerta de una casa, un lugar conocido. Me senté a tu lado y durante varios minutos, o lo que percibí como varios minutos, ninguno de los dos dijo nada. Hasta que por fin, preguntaste: - ¿Por qué no me diste otra oportunidad? Mi pregunta más temida, pero con la respuesta más sincera. - Porque tú venías por probar, mientras yo necesitaba una prueba más.