Entradas

Still.

Dicen que el tiempo todo lo cura. Yo digo que todavía. Todavía echo de menos tus palabras, las interminables charlas hasta las tantas de mi la madrugada, la calidez que tenía aunque no estabas cerca. Todavía echo de menos las risas a cualquier momento del día, las miradas de la gente y las preguntas tan habituales de "¿Con quién hablas que te ríes así?" para acabar respondiendo "Nada, es una cosa de internet". Todavía echo de menos descubrirte poco a poco, cuando te sentías cómodo para contarme lo que contigo llevabas porque siempre supe que no eras persona de dar respuestas cuando se te hacen preguntas. También echo de menos la manera en la que me quitaba el peso de encima al sentir que todo lo de aquí me aplastaba con tan simplemente hablarlo contigo, soltar lastre y sonreír por cuatro emojis tontos. Todavía echo de menos fangirlear nada más ver un capítulo de esa serie que tanto nos gustaba, compartir nuestros gustos, las fotos de esos actores y act

Sin nombre.

La última noche soñé contigo. No había un escenario espectacular y, curiosamente, nada sobrenatural. Una calle sencilla, el escalón de la puerta de una casa, un lugar conocido. Me senté a tu lado y durante varios minutos, o lo que percibí como varios minutos, ninguno de los dos dijo nada. Hasta que por fin, preguntaste: - ¿Por qué no me diste otra oportunidad? Mi pregunta más temida, pero con la respuesta más sincera. - Porque tú venías por probar, mientras yo necesitaba una prueba más.

Me gustaría, pero no.

Imagen
Me gustaría poder seguir siendo tonta. Seguir creyendo que todo el mundo tiene algo bueno en su fondo que en algún momento de su vida se impondrá a todas las actitudes tóxicas hacia quienes solo quieren su bien. Seguir teniendo la esperanza de que las personas se detienen para revisar qué les ha llevado hasta estar en su posición y tienen la consciencia de recapacitar ante sus errores, pedir perdón cuando acontece y pelear cuando merece la pena. Me gustaría poder seguir siendo tonta y poseer la esperanza de merecer la pena al punto de estar conmigo en mis errores, darme una bofetada cuando no reaccione y acompañarme en los momentos en los que la vida me aterroriza. No sentirme sola. Me gustaría poder seguir siendo tonta y continuar tendiendo mi mano a aquellos que la quieran, quienes la necesiten, sin la necesidad de vigilar mi espalda a cada paso. Confiar en los demás y en mi misma. Sentir que no hay sombras y que las personas son suficientemente capaces de

Todo lo que no me dejaste decirte.

Es, básicamente, que doliste como nadie había dolido en mucho tiempo. La frustración. La impotencia.  La repentina soledad. El vacío. La culpa, volviendo a rascar debajo de mi cama como si hubiera hecho algo malo. O como si hubiera hecho algo, simplemente. Los segundos. Los minutos. Las horas. Los días, uno tras otro sin saber, sin poder. Doliste, por que te habías convertido en mucho. Pero no en todo. Y esa fue mi condena a tus ojos.

Adiós a ella, no a este año.

Imagen
Y es que es fácil despedirse de un año. Los vamos perdiendo uno tras otro, día a día sabiendo desde pequeños que no pasa nada, porque cuando un año se marcha llega otro nuevo.  Pero hay despedidas que son mucho más difíciles de dar. Y aunque quizás con los años he aprendido a darlas cuando se merecen, no por ello resultan fáciles y sé que aún me quedarán días en los que no asimile que esa despedida llegó ayer, o quizás esas dos noches anteriores al tomar su mano pensando " hasta mañana " con la inocencia de quien desconoce lo que esta por llegar pronto, más pronto de lo que debería. Pero hay cosas de las que no podré despedirme nunca.  Como del sabor de ese puchero tan particular que siempre preparaba, siempre el plato favorito porque nadie más en el mundo sabe ni sabrá hacerlo igual. De esas tardes sentadas al sol en invierno.  De las regañinas por llegar hasta las orejas de barro y suciedad. De los recados, siempre con un "se me ha olvidado esto"

Pg. 83, "Is your love in vain?" - Mi chica revolucionaria, por Diego Ojeda.

Recogí mi corona del suelo, cerramos el bar y me fui con la luna debajo del brazo.